miércoles, 18 de mayo de 2011

A la Tierra.

En los campos, en las calles,
en todos los lugares
donde hallo tu recuerdo,
en todos esos lugares
a mi se me queda un trozo de vida,
de vida sin ti.

Piel morena, ojos profundos.
Armas que hieren
armas que el corazón han cercenado.
Símbolos del amor más odiosamente puro.
Besos sin deseo que el alma inflaman hasta arder,
como las llamas de un infierno,
infierno de besos,
infierno de amor,
infierno de vida sin ti.

miércoles, 25 de agosto de 2010

La felicidad como elección y no como sentimiento / El verano que se añora.

Cuando el sol se rompe en astillas de color,
cuando despliega sus alas matutinas sobre el mundo
Mi alma se disipa fugaz
y se despereza, bosteza.
Donde el color cambia
del azul pálido al violeta oscuro
mis amigas me guiñan desde la bóveda (las creadoras desde la bóveda se adornan fulgurantes)
agarradas a ella como un niño aferra a su madre (perforadas como diamantes).

El espino de luz entra por la ventana (el manto solar acaricia el hogar)
El jazmín del viento se mezcla con mis sentidos (en recuerdo o sentimiento)
Las rosas nacen
y se muestran ante el verano,
vírgenes,
entregándose a el como último aliento (...).

El sueño cae ante la melodía del tiempo
susurro apenas audible
donde se anuncia la felicidad
una virtud magnífica que se extiende sobre los campos.

Los picos se elevan
roca sobre roca.
El agua eriza las piedras que se desgastan (porta la desgastada vida de la montaña)
sin luz ni brillos (destellando joyas del sol)
y corre (fluye), libre, a saciar corazones.

La imaginación vuela en círculos,
como un carroñero prehistórico (cual paleolítico despertar en las cavernas)
hecho de jirones [luminosos]
La emoción aflora y domina todo lo demás,
la manada aúlla, la tierra gime de placer,
la danza (caza) comienza. Y con ella el círculo de la vida (y la muerte).

Oda a la Noche.

La libertad grita desde miles de gargantas
y el orgasmo la precede envuelto en aromas,
la fresca brisa se proyecta sobre el suelo
y aletea con los simpáticos pajarillos nocturnos.
Y así termina la hegemonía de la luna quebrada, sonriente, aguda e incompleta.
Con el usurpador dorado que decayó tiempo atrás,
apremiándola a que abandone su reino de maravillas y tesoros.